La democracia inencontrable. Una arqueología de la democracia


Autor del libro: Fernando Oliván
Editor: Tirant lo Blanch. Valencia 2019
ISBN: 978-84-17706-47-0
Páginas: 408

El nuevo libro del profesor Oliván se presenta, desde su mismo título, como una declaración de intenciones. Tanto su título como el subtítulo que le acompaña tienen su propia intra-historia y que resulta fundamental para la comprensión integral de la obra.

De entrada, el título: La democracia inencontrable, expresión de doble juego. Un juego que entraña, por un lado, una búsqueda, pero también el reconocimiento de su fracaso. Llama la atención, de la oposición que se produce entre esta titulación y la proclamación por parte de la Ilustración de los primeros textos constitucionales y las declaraciones que los acompañan. La Ilustración y sus constituyentes no dudaron en proclamar “el descubrimiento” de esos Derechos del Hombre y por ende de la democracia que los traía. - Ahí, no cabe otra interpretación, un guiño de pesimismo que lleva al autor a reconocer, tras dos siglos de experiencia democrática, el carácter inencontrable de ese objeto. Como si la proclamación ilustrada hubiera sido en exceso optimista y la realidad nos llevara a comprender que, pese a todo, ese “descubrimiento” distaba mucho de ser cierto y la cosa siguiese, extraviada, inencontrable.

El subtítulo ayuda a profundizar esta visión pesimista. El mismo término “arqueología” nos remite necesariamente a la praxis científica fucoltiana. Más de una vez se siente ese cierto paralelismo con la obra del genial Michel Foucault. Sin embargo, la propuesta arqueológica apunta también a una determinada metodología de trabajo. De eso trata el autor.

El libro se proyecta sobre tres espacios de análisis definidos como introducción, junto a una primera y segunda parte. La introducción marca el punto de partida del trabajo. Este viaje (el modelo “viaje” es utilizado por Oliván en más de una obra) arranca justamente en la comprensión del mundo de hoy día, es decir, en el más actual presente. De acuerdo con el autor, el siglo XXI ha amanecido con una absoluta sensación de crisis. Más allá de la propia crisis económica, el concepto de crisis satura todo el universo institucional en el que vivimos. Crisis del estado, pero aun con mayor fuerza, crisis de los valores democráticos junto a todos los elementos irradiadores que la ponen en jaque.

Una vez analizados los puntos de ruptura que amenazan con la quiebra del estado de derecho, Oliván formaliza las bases sobre las que se sustenta su trabajo. Aparece - una crítica demoledora de una de las propuestas ideológicas más reiterada a lo largo de las últimas décadas del siglo pasado, la teoría del “Fin de la historia”. Frente a ese “Fin de la historia” que Fukuyama y sus discípulos propagaron como la mejor propaganda de occidente, el texto en realidad constata la absoluta apertura del futuro. El manuscrito arranca así con la negación de esa teleología con la que cierta historiografía ha querido imponernos los modos político-económicos anglosajones, a los que se ha llegado a definir como los únicos posibles a la hora de configurar la modernidad contemporánea. Frente a esa confusión entre occidente y democracia, el autor nos introduce en un mundo indeterminado. El mundo que nos espera.

Sobre el reconocimiento de esa indeterminación empieza la labor investigadora, esa búsqueda no solo de los orígenes, sino sobre todo del sentido real y la misma posibilidad del hecho democrático.

Una frase del profesor Luciano Cánfora, propuesta como verdadero emblema del proyecto que se emprende, nos permite comprender cómo se diseña este viaje: “La democracia es el dominio de los desposeídos a lo largo de un inagotable conflicto por la igualdad”. (Creo que la frase procede de otro libro verdaderamente imprescindible: La Democracia. Historia de una ideología). Un inagotable conflicto, es decir, todo lo contrario de esa propuesta engañosa y reduccionista del fukuyanismo. En la historia no hay happy end que valga. Con ello, el profesor Olivan mediante altas dosis de ingenio y una solvencia académica incuestionable avanza hacia el concepto de “inencontrable”.

Tras ese prolegómeno que nos marca el punto de partida, comienza la singladura. Un viaje -he ahí lo de la metodología arqueológicaque va, desde lo más reciente, —es decir, ese hoy día marcado por la crisis al que hace referencia en el capítulo introductorio—, hacia el pasado. Un viaje a la búsqueda de las raíces -o de las fuentes- del concepto de democracia. Mecánica de trabajo que, por lo tanto, rompe con la linealidad del método histórico. De esta manera, frente a la metodología genealógica que nos permite enlazar, generación a generación los acontecimientos sociales, aquí por el contrario el método reclama una táctica distinta. Lo que nos viene a decir el autor es que, por el contrario, las etapas no entrañan un proceso, no hay una sucesión de etapas, sino que lo que afrontamos son estratos; es decir, estructuras completas con una unidad institucional plena.

Este método, no exento de dificultades, consigue, sin embargo, una ventaja sobre el método histórico: nos libera de ese fácil determinismo que nos hace concebir la historia como un progreso constante. En esta materia, -, en teoría de las instituciones, esto resulta especialmente útil ya que no es infrecuente, en los autores, una cierta complacencia que les hace contemplar las instituciones de hoy día como el resultado de un proceso de perfeccionamiento y superación de las instituciones del pasado, contempladas, por ello, como primitivas. El libro de Oliván nos devuelve a la realidad. Como él mismo insiste, las instituciones son las que son. Esa idea de progreso y perfeccionamiento entraña ya una carga ideológica. Todas las instituciones son “perfectas” para su momento. Vale igual en sentido inverso. Todas son igualmente imperfectas.

El libro va recalando así en distintos momentos que nos permiten apreciar las estructuras políticas y sus relaciones con los valores democráticos. Me permito destacar algunos de ellos. De entrada, el acontecimiento mismo de la guerra. La Segunda Guerra Mundial tiene un espacial interés para el autor. Constituye, nos dirá, la base sobre el que se fundamenta el moderno concepto de democracia y en la actualidad sus secuelas. Resulta especialmente interesante esa idea del “doble cero” con la que caracteriza el acontecimiento del final de la guerra. Doble cero material y espiritual y sobre el que se construye -esa es su tesis- el discurso político contemporáneo. Grado cero, de entrada, constituido por la terrible destrucción que generó el conflicto y que amenazó con devolver al hombre y su civilización a la “edad de piedra”. Pero también “grado cero” en los fundamentos de la ética en la terrible experiencia del holocausto. La tesis de Oliván es que, sobre la conciencia de ese doble cero al que pronto se aplicaron los aparatos propagandísticos de los vencedores, se elevó el edifico de la democracia tal y como hoy la entendemos. En definitiva, y esto es lo importante, la configuración del discurso sobre esta base conceptual impidió, durante más de medio siglo, toda alternativa a ese modelo democrático-liberal que ha conocido Europa.

En cierto grado, la labor arqueológica va a partir desde aquí. La búsqueda de la razón de este cierre del discurso.

la III República francesa, a la que el autor considera el modelo central del sistema democrático hasta la Segunda guerra, la Revolución francesa, origen material de la moderna idea de democracia y la antigüedad greco-latina, como origen etimológico de la palabra, constituyen las otras etapas de este viaje.

Oliván opta por el modelo francés de la III República, como el mismo aclara, por su fuerte carga popular, construida sobre ese componente jacobino que saturará la política francesa a lo largo de todo el siglo XIX. Un componente muy distinto a esa carga aristocrática que contamina el parlamentarismo británico y que le convierte en expresión perfecta de esa persistencia del antiguo régimen que enuncia el profesor A. Meyer (La persistencia del antiguo régimen). Sin embargo, como se señala en la obra, tampoco está carente de sombras ese momento. La confrontación entre los modelos desarrollados por esa III República con los acontecimientos de la Revolución nos proporcionan algunas de las claves de nuestra historia contemporánea.

La segunda parte del libro cambia de registro. Si hasta este momento hemos vivido un viaje hacia el pasado, ahora, en cierto grado y para seguir con la metáfora de la arqueología, entramos en el gabinete del anticuario;es decir, se pasa al trabajo analítico sobre los objetos descubiertos. Los conceptos de liberalismo, nación, izquierda, y sobre todo fascismo constituyen el contenido de los capítulos de esta parte. El editor, en la contraportada, lo explica de forma meridiana:

Al renunciar a formular una interpretación teleológica, condicionada por nuestra visión desde el presente, el autor nos introduce en territorios no pocas veces inquietantes. El capítulo final, ”La tentación del fascismo”, resulta así un verdadero aldabonazo sobre nuestras conciencias.


Arturo Luque González, Ph.D.
Universidad Tecnológica Indoamérica Ambato (Ecuador) y
Observatorio Euro-mediterráneo de Políticas Públicas y Calidad Democrática
Universidad Rey Juan Carlos (España)